martes, 24 de marzo de 2015

Por la memoria de los bibliotecarios detenidos desaparecidos


A propósito de un nuevo aniversario de la última dictadura cívico-militar, creo necesario reflexionar sobre la relación existente entre los conceptos de memoria, resistencia e identidad. Variables que habitan un plano impreciso, donde se comulgan sistemas de pensamiento cuyo carácter ético atraviesa los trágicos pormenores de una historia en común, que tanta división social ha causado en la historia de nuestro país.

He aquí también una grieta, quienes la pretenden instalar ensanchan con los discursos los alcances de dicha división. Se trata de una construcción de sentido, en muchos casos elaborada desde los medios de comunicación, y del otro lado, la adscripción a un modo de expresar la política en términos de derechos humanos por parte de la ciudadanía, es el sentido de pertenencia de quienes hoy adhieren a una causa en la que tantas voces se han perdido.

Y entonces pienso en los bibliotecarios detenidos-desaparecidos, podría tomar al azar una sola de esas vidas, e invariablemente pensar que un profesional ha dejado de prestar servicio a su comunidad, sean las razones que fueran: militancia, expresión crítica ciudadana, defensa del rol profesional, no deja de ser una persona más condenada al silencio, una tarea menos por hacer, un documento vacío sin catalogar.

Bibliotecarios detenidos-desaparecidos, cuesta abstraer la brutalidad de la frase, detener a bibliotecarios hasta hacerlos desaparecer, Bibliotecarios, personas que trabajan en bibliotecas, que ofrecen un servicio a la comunidad, historias en blanco y negro, orfandad que es a la vez una bofetada social, una involución irracional, un despropósito inconmensurable. Bibliotecarios arrancados de su identidad por ser fieles a sí mismos, por poner el cuerpo a las ideas, por suponer que era posible elevar las voces, hacer construcciones críticas, defender un derecho...

En el medio llama la atención algunos gestos aislados proclamando continuar como si nada hubiera pasado, sostener sin criterio las pancartas del olvido. Cabe decir, a quienes ungen esas declamatorias sin sustento, que no es posible una idea de justicia sin memoria, y que si no hubiera existido la resistencia –esas antorchas que solo se sujetan desde la valentía–difícilmente hubiéramos podido discernir sobre nuestra identidad como pueblo, dejando en el camino la necesidad de interpelar sobre el pasado.

He comentado que los conceptos de memoria y justicia se caerían como castillos de arena si muchos no hubieran tenido el compromiso de luchar por la verdad desde el sentido ético y moral, precisamente porque buena parte de la sociedad se permitió el coraje de revisar ese pasado, es hoy que algunos familiares de desaparecidos tienen el consuelo de una identidad.

Vale la pena revisar lo sucedido, los testimonios de los familiares, las cartas que se recuperaron, las historias de vida fragmentadas, todo eso es parte de nuestra historia reciente como país, y somos nosotros, los bibliotecarios quienes  trabajamos con información– los que debemos honrar ese pasado, valorando la utilidad social de los documentos, haciendo nuestros propios documentos de lo ocurrido, investigando con nuestras herramientas, para que nunca mas olvidemos, porque ya lo decían los griegos, verdad significa no olvidar, si no olvidamos estaremos cada vez más cerca de alcanzarla, y no es una utopía, es un deber cívico que solo se logra con un compromiso activo, como los cientos de miles que hoy marchan por las plazas de la resistencia reclamando por memoria, es allí, en esos gestos imprescindibles, donde encontraremos parte de nuestra identidad.

Nota: Se difunde, por parte de la Asamblea pro-Sindicato de Bibliotecarios, un formulario de adhesión a título personal y/o institucional–a la marcha por la memoria de los compañeros detenidos desaparecidos:


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