Cada
tanto surgen ejemplos valiosos de reafirmación de una cultura, es lo que ocurre
con este documental realizado por el
director Sebastián Lingiardi, quien contó con el apoyo del CIFMA (Centro de
Investigación y Formación para la Modalidad Aborigen) y la Universidad del
Cine.
La
película fue filmada en las comunidades de El Zauzalito, El Vizcacheral y Tres
Pozos (Provincia de Chaco). El hilo testimonial lo sostiene la figura del
profesor de Educación Intercultural Bilingüe Gustavo Salvatierra, quien
agobiado de la ciudad en que vive, decide retornar hacia Sip'ohi, zona del
impenetrable chaqueño, con la idea de recopilar los relatos orales del pueblo
Wichí.
El
filme es narrado en la lengua materna y subtitulado en castellano. Lo primero que se observa es la preparación
de un fuego, sin fósforos, solo dos ramas cruzadas y un palo que es frotado con
las manos hasta generar cenizas. Se puede hacer una interpretación simbólica.
El fuego es la cultura Wichí. Solo los Wichí lo pueden hacer, sin ayuda. Una
vez logrado, lo deben cuidar, mientras el anciano relata una historia desde el
fondo de los tiempos. Cuentos que contaban los abuelos, cuando los límites no
existían, cuando el monte era el almacén y la farmacia de la cultura. Cuando el
fuego se hacía con las manos, como ahora.
La
toma de imágenes y los tiempos de las conversaciones representan el modo de
relación entre los paisanos. Detrás de las reflexiones, una de las cuales me
permito transcribir, podemos vivenciar el contexto de una problemática por la
cual muchos indígenas han ofrecido su tiempo y su trabajo. En la trama no queda
exento el desinterés que suscitan en algunos referentes Wichí el proceder de
ciertos profesionales en la necesidad de buscar información que después no
devuelven a la comunidad. Hay mucho silencio en el monte chaqueño, pero también
una conciencia de la vulnerabilidad de la cultura oral, cuyo patrimonio, como
el de tantos otros pueblos indígenas, corre riesgo de extinción.
Les
pido se tomen unos minutos en leer este diálogo entre dos referentes de la
cultura wichí, relatado a través de la radio de la comunidad:
-
Tanto tiempo Gustavo ¿Como estás?
-
Muy bien ¿Cómo andan tus cosas por acá?
-
Yo sigo estudiando con mucho esfuerzo, ahora estoy de vacaciones y trabajando
en la radio ¿Vos qué contás?
-
Poca gente por acá ¿no?
-
Si, muchos están afuera de paseo
-
¿Sabés si está Andrés Segundo?
-
Si, creo que si, no estoy seguro
-
Félix, necesito un ayudante
-
¿Ayudante?
-
Si, estoy haciendo un proyecto para que todos reconozcan la cultura wichí.
-
Gustavo, muchas veces se intentó hacer eso y fracasamos
-
Pero ¿Qué se intentó hacer?
-
Buscar el reconocimiento de la gente
-
Me podrías explicar a qué tipo de reconocimiento te referís
-
Reconocimiento es afirmar una verdad, un conocimiento, que comparte un grupo de
personas, en este caso nosotros, los wichís.
A su vez, ese conocimiento tiene un precio. Aquí, dicen los más viejos, vino gente blanca, nos preguntó sobre
nuestra cultura, se fueron con la información, nunca volvieron y a nosotros no
nos quedó nada. Por eso, ahora, cuando vuelven, la gente no quiere hablar
más...porque nunca hay reconocimiento para los wichís.
-
Félix, por lo que decís, reconocimiento es que otros valoren el conocimiento
que nosotros tenemos, además, decís que ese valor es monetario.
-
Así es.
-
Decís también que el reconocimiento debería venir de los blancos...porque son
ellos los que se llevan la información.
-
Si, vienen, sacan sus cuadernos, sus grabadores, sus cámaras. Sacan, juntan y
se van. Nunca más vuelven. Bueno, algunos vuelven, pero después se van, no se
quedan.
-
Ajá, y decís que eso hace que los wichís se cierren cada vez más.
-
Si, pero no a todos, a la gente le gusta hablar de su cultura. Pero los jefes
aconsejan no hablar si no hay reconocimiento.
-
Félix, me parece que llegamos a uno de los puntos del problema ¿me podes decir
de qué tipo de reconocimiento hablas?
-
Del reconocimiento que afirma que de nuestra cultura derivan ciertos saberes
únicos...o del reconocimiento monetario. Gustavo, la verdad, estoy muy
confundido, ya no se de qué estamos hablando.
-
Félix, es fácil, el reconocimiento no tiene que venir de los otros porque
nosotros podemos mostrar y contar nuestra cultura, nosotros mismos. Esa es la
manera de reconocernos frente a los demás...y a su vez, de que los demás nos
reconozcan.
-
Pero Gustavo, por lo que decís, entiendo que no debemos hablar con los demás de
nuestra cultura, y hablar solo entre nosotros, los wichís.
-
No Félix. Digo que vamos a dejar de pedir reconocimientos, cuando hablemos por
nosotros mismos, para eso tenemos que abrirnos y relacionarnos con los demás.
Te voy a dar un ejemplo de lo que pensé...para ver si me puedo explicar mejor y
para ver si vos, que sos joven, me podes entender.
-
Te escucho, sabes muy bien Gustavo que respeto mucho todo lo que decís.
-
Voy a empezar. Imagínate una película que reúna la mayor cantidad de cuentos
posibles de una cultura. Esos cuentos serían como el espíritu de esa gente ¿Es
así?
-
Si, los cuentos se transmiten de generación en generación, de los más viejos a
los más jóvenes y así van aprendiendo y formando su humor.
-
Eso es, pero esos cuentos no son espíritus, están en el modo de organizar las
palabras de la gente, es decir, en el modo en que la gente se afecta, y es
afectada por todas las cosas que los rodean. Si estamos de acuerdo en esto,
también estaremos de acuerdo en que una manera de mostrar la cultura es a
través de los cuentos.
-
Así es.
-
Y ahora imagínate que esos cuentos no sean leídos ni extraídos de un libro, si
no que sean contados por tu mamá, por mi papá o por nuestros amigos...
-
Ah! Gustavo, eso sí que sería maravilloso.
-
Bueno Félix, yo creo que podemos empezar ahora mismo.
Ahí
andarán los paisanos. Lo que nos queda es reflexionar el sentido de una
biblioteca indígena desde la producción documental local. Que los archivos
orales de Gustavo Salvatierra encuentren un espacio de articulación dentro de
una casa de la memoria de la cultura. Que el conocimiento se pueda compartir,
para que la necesaria interrelación que proponen los wichís pueda hacerse
efectiva en el espacio de una biblioteca comunitaria. Que la lengua materna
encuentre un canal de comunicación y de análisis. Que la biblioteca en ese
contexto sea una prolongación de la educación familiar. Se sabe, el trabajo es
arduo y las necesidades son genuinas, pero los cuentos aún se conservan en la
memoria, y algunos, como el profesor Salvatierra, tuvieron la gran idea de
resguardarlos del olvido.
Ficha
técnica de la película:
Título:
Sip’ohi, el lugar del Manduré
Argentina
- 2011
Dirección
y fotografía: Sebastián Lingiardi
Guión: María
Paz Bustamante
Sonido: Felipe
Rugeles
Narradores:
Andrés Segundo, Leticia Gonzáles, Félix Segundo, Hugo Reinoso, Pedro Naureta,
Wilson Mendez y el guitarrista Vicente Estrada.
Música: Cirilo
Mansilla y José Ignacio Paz
Duración: 63
minutos
Acceso
gratuito en este sitio: